El escaso apoyo brindado por el aficionado capitalino a sus equipos y la exigua infraestructura, hace de Caracas una plaza poco atractiva para el fútbol

Carlos Domingues - Simplemente Fútbol. Recordar la importancia social que tiene el fútbol en Suramérica es llover sobre mojado. Los habitantes de sus principales capitales, gigantescas en cantidad de población, tienen múltiples alternativas para asistir a la cancha cada jornada. En Río de Janeiro se puede ver a Botafogo, Flamengo, Fluminense, Vasco da Gama o América. Ni hablar de la gran Buenos Aires, donde Boca, River, Racing, San Lorenzo, Independiente, Huracán, y Vélez, por nombrar sólo algunos, cada jornada colman sus “plateas” con hinchadas numerosas.

Caracas como ciudad, a la fuerza, pareciera copiar el mismo modelo. La presentación del Deportivo Italia en la Copa Libertadores de 2010 y la muestra al continente del “verdor” de sus gradas semivacías cuando hizo de local en el Olímpico, abrió de nuevo las puertas al debate (por años discutido) sobre la rentabilidad para los equipos que hacen vida en la Capital, y la ciudad está para aguantar a tantos equipos.

No hay lugar para tantos

Caracas FC, Deportivo Italia, Centro Ítalo, Real Esppor, Estrella Roja, UCV y Atlético Venezuela. Son siete los equipos que juegan en Caracas distribuidos en las dos primeras categorías del fútbol rentado venezolano, cuatro de ellos en la Primera División. Siete equipos para dos campos, el Olímpico de la Universidad Central de Venezuela y el Brígido Iriarte de El Paraíso. La escasez de escenarios obliga a la Federación a hacer malabares, como ente organizador para la programación de partidos. Toda una labor titánica.

A la eterna escasez de campos en la capital para albergar encuentros de fútbol profesional, se añade la pírrica infraestructura propia de los equipos para tener su sede social y campos deportivos de entrenamientos propios. Salvo al proceso adelantado por la familia Valentiner en el Caracas FC (de largo, la excepción en el análisis), en la que ya se ha construido una sede y un centro deportivo en la Cota 905, el resto de los equipos adolece tan siquiera de un lugar fijo para la rutina de entrenamiento diario.

Por este motivo, no extraña ver a una plantilla profesional como la del Centro Ítalo usar al Parque Generalísimo Francisco de Miranda como su base de entrenamiento, o a un Deportivo Italia, que le planta cara a monstruos continentales como Colo Colo o Cruzeiro, haciendo sus trabajos en canchas de fútbol de salón. Sencillamente fuera de toda lógica.

Captación social nula

En Caracas, los equipos no nacen por iniciativa de masas sociales. La intención de formar un equipo profesional surge de empresarios aventureros, por lo general europeos, que intentan trasladar a una competición su pasión por el balompié (y el contenido de sus billeteras). De esta manera, se evidencia la inexistencia de un grupo de aficionados que sienta un vínculo con el novel cuadro, ni mucho menos con el nombre que lo identifica, como sí lo demostraban los estudiantes con el Loyola o La Salle, o los grupos de emigrantes con el Canarias, el Portugués o más recientemente, el Marítimo.

Precisamente es el antiguo “acorazado rojiverde” el último equipo que pudo convivir con el Caracas FC en la capital. O mejor dicho, el Rojo convivió de la mejor manera con Marítimo, equipo que heredó a la legión de seguidores de nacionalidad o descendencia portuguesa que en su momento concentró el Deportivo Portugués, e incluso a muchos aficionados al fútbol en la ciudad, que se identificaban con los logros alcanzados por el equipo. En la acera de enfrente, un Caracas FC que surgía a base de títulos como la alternativa y que ante la desaparición del “gigante de Los Chorros”, se convertiría en el referente citadino.

Buscando pa’ dónde irse

Mención aparte merece el Deportivo Italia. Un cuadro histórico en Venezuela, que tras pasar por mutaciones que lo hicieron parte de un capricho entre un holding lechero y una alcaldía, buscó volver a sus orígenes. Con Mario Hernández al frente de la directiva, se trató de captar nuevamente a los emigrantes italianos como seguidores. Inversión, planes a futuro y resultados deportivos inmediatos de la mano del joven Eduardo Saragó, hizo de los “azzurri” un interesante modelo a seguir.

Sin embargo, las promesas de un campo deportivo y una sede social propias siguen sin ser cumplidas, aderezado por el nulo apoyo del hincha que es inversamente proporcional a los éxitos alcanzados. La idea de cambiar de sede (dejar Caracas) ya ronda por las neuronas de Hernández. “Cuatro equipos en la capital es mucho. Teníamos otras expectativas, debemos hacer una revisión y estamos esperando el final del torneo. Analizamos todas las posibilidades, incluida una posible mudanza”, declaró recientemente a varios medios.

Evidentemente la capital no está para albergar proyectos futbolísticos endebles. La oferta debería expandirse y hacer atractiva, contagiosa, para que la gente pueda identificarse con los equipos, en una ciudad que con su periferia alcanza los casi 7 millones de habitantes. Pero el tema también va más allá de lo demográfico y cruza a lo psicológico: al caraqueño le gusta el fútbol, pero no su fútbol.

Caracas FC: la excepción

Con muchas distracciones diferentes a ver darle patadas a un balón y el poco sentido de vinculación del hincha, a Caracas FC le costó Dios y su ayuda para poder atraer al hincha capitalino. Y logró hacerlo a través de una buena gestión administrativa, inversión y excelentes resultados en cancha.

“Luego de alcanzar resultados deportivos importantes, nos dimos cuenta que no había un equilibrio con el apoyo de la afición”, cuenta Alejandro Batista, Gerente de Comercialización y Mercadeo de Caracas FC. “Nos vimos como una marca. Contratamos una agencia de publicidad y comenzamos a realizar estudios de mercado, donde nos dimos cuenta que la gente en la capital no conocía la existencia del equipo, lo confundían con la Vinotinto. Incluso, descubrimos que el caraqueño tiene muy poca pasión por el deporte en general”, asegura.

Partiendo de esos estudios, Caracas FC se ha convertido en una marca competitiva, exitosa, que atrae al aficionado de la capital. “A través de una campaña publicitaria nos hicimos visibles. Sacamos al equipo del estadio y lo llevamos a la gente, para que ésta se sienta identificada con su club. Avisos en prensa, vallas, camisetas, promociones en el cine, en radio, un álbum. Buscamos metas a largo plazo, que la marca Caracas FC no sea una simple moda”, remata Batista.

Si es conveniente o no la presencia de tantos equipos en la capital en la Primera División es una consideración muy subjetiva. Pero evidentemente los proyectos capitalinos que no parten de una identificación social, tienen pronta fecha de caducidad. El trabajo pasa por pensar en el aficionado y no exclusivamente en los intereses de pequeños grupos que invierten. Pero como canta Amigos Invisibles: “esto es lo que hay…”.

Recuadro 1: Dos escenarios para 7 equipos profesionales:

Caracas F.C. Estadio Olímpico
Deportivo Italia Estadio Olímpico
Real Esppor Estadio Brígido Iriarte
S.D. Centro Ítalo Estadio Brígido Iriarte
Estrella Roja F.C. Estadio Brígido Iriarte
Atlético Venezuela Estadio Brígido Iriarte
UCV Estadio Olímpico

Ellos fueron protagonistas conviviendo en la Capital

Era amateur: América, Centro Atlético, Loyola, Venzóleo, Deportivo Venezuela, Caracas Sport, Unión SC, Dos Caminos SC, Deportivo Español, La Salle, Deportivo Vasco, Banco Obrero

Era profesional: La Salle, Deportivo Portugués, Banco Agrícola y Pecuario, Banco Francés – Italiano, Universidad Católica, Catalonia, Galicia, UD Canarias, CS Marítimo, el antiguo Deportivo Italia